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Piedras Preciosas y Semipreciosas

Actualizado: 29 jul 2019



Piedras Preciosas


Para poder distinguir entre piedras preciosas y piedras semipreciosas se utilizan tres factores:

La escala de dureza de las mismas (lo que garantiza su durabilidad), que, además, tradicionalmente coincide con las piedras o gemas preciosas por excelencia (la piedra preciosa más dura que existe es el diamante, como ya hemos vistos en los artículos anteriores). La rareza, escasez o dificultad para encontrarlas en la naturaleza. Su belleza y perfección. Cuando hablamos de la belleza y perfección de una piedra, ya sea preciosa o semipreciosa, nos referimos a su color, brillo, transparencia y pureza. Una piedra preciosa pura, sin imperfecciones y con un color radiante, puede tener un valor incluso superior al de un diamante de similares características.

Las tres únicas piedras o gemas consideradas preciosas –además del diamante- por los factores anteriores son el rubí, la esmeralda y el zafiro azul.

Décadas atrás, también se consideraba la amatista como una piedra preciosa, pero después del descubrimiento de los enormes yacimientos en Brasil pasó a formar parte del grupo de las piedras semipreciosas, al no ser tan escasa y rara.







Piedras semipreciosas


Las piedras semipreciosas tienen un valor muy dispar entre ellas y es mucho más fácil conseguir piedras semipreciosas de gran tamaño y pureza (limpias) que piedras preciosas de tales características.

La oscilación de su valor o coste dependerá de la mismas condiciones que influye en el de las piedras preciosas: dureza, rareza y belleza y perfección (pureza, color, brillo y transparencia). Existen aproximadamente unas 130 especies minerales catalogadas como semipreciosas, además del ámbar, que es una resina vegetal fosilizada.




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